Te vi por primera vez
en aquella estación sin nombre
de aquella intersección sin esquinas
entre imposibles y vidas ajenas.
Los pasos amortiguaron
los latidos del corazón
y nos enredaron
en aquel compás
de progresivas
d i
s t
a n c
i a
s
e indiferencias fingidas.
Así que
no sé si ha sido
casualidad o no
haberte encontrado hoy
apoyada en el andén diecisiete
de la estación de autobús
enfrascada en tus libros.
He contemplado
las puntas de mis miedos,
preguntándome tu nombre entre silencios,
atrapado en tu vaivén de sueños gastados
sin llegar a decir nada.
Se me han escapado
tus ojos
a través de un cristal
opaco de miradas,
empañado de dudas y nostalgias,
entre reflejos de ausencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario