LVII
Siempre he querido saber
donde termina
el océano de la distancia
y comienza la bahía
de tu cuerpo.
Allí, donde se rozan
los acontecimientos
y se recorren
los caminos del amor
a través de tu páramo.
Allí, donde comienzan
los puntos suspensivos
de tus labios...
y se resbala
un beso
por la resistencia
pasiva de mi cuerpo
entre el deseo
de promesas
que quedan en caricias.
Allí, donde nos envolvemos
en un abrazo de palabras
gesticuladas con los dedos,
que trazan pequeñas figuras
tatuando la piel
a través de nuestras manos.
Allí,
donde el tiempo;
se mide en latidos.
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