XXXI
El silencio quebró mi voz,
todo lo que digo
se me antoja en un vacío,
mientras los escasos segundos
conforman un pasado,
que se viste de silencio.
Giro sobre un eje de recuerdos
baso mi vida en espejismos de ilusiones
persiguiendo proyecciones
determinadas; por azares caprichosos.
Una ansiedad ciega que mata.
Un montón de nada.
Mientras el tiempo se evapora,
mientras mi vida
sigue el compás
del tic-tac de un reloj sin agujas,
y me determina; convirtiéndome en la cara
de una moneda que se oxida.
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